lunes, 15 de julio de 2013

Mujeres y Paraiso en el Islam

Mujeres y Paraíso en el Islam
Imran N. Hosein

La secular revolución se levantó en el mundo desde el Oeste con una agenda esencialmente impía de liberar a las mujeres de los “grilletes” de las eras al transformar totalmente su estatus, rol y función en la sociedad. Al hacerlo ha tornado el previo orden religioso y sagrado cabeza debajo de manera que el sol ahora parece levantarse desde el Oeste.

El secularismo llevo al materialismo que a cambio le negó a la mujer cualquier realidad más que su realidad material. Consecuentemente la mujer joven y bella se volvió la diosa de la era. Pero era una diosa quien fue desvergonzadamente explotada en comerciales para vender todo. Ella se volvió una cosa disfrutada, explotada, abusada, degradada y descartada cuando su belleza física y sex appeal comenzaron a menguar. Entonces una horda de escolares correría a remplazarla. Incluso el calipso nacional dio su visión del tema hace bastante tiempo cuando cantó sobre la prostituta, “…y si las atrapas quebrada (en dificultad financiera), puedes tenerlas todo por nada”.

El Profeta Muhammad (la paz sea sobre él) profetizó el engaño que esclavizaría a las mujeres. Dijo, “las mujeres estarán vestidas y sin embargo estarán desnudas”, anticipando así una era de desnudez femenina en aumento que estaría integralmente vinculada a la revolución femenina. Los líderes del carnaval en Trinidad se quejan ahora de que no pueden usar suficiente ropa para hacer diseños creativos ya que las mujeres demandan cada vez más las vestimentas más reducidas. El cuerpo ‘desnudo’ de la mujer fue usado para traer una revolución sexual que culminaría de acuerdo al Profeta, con “la mayoría de los niños naciendo fuera del matrimonio” y “gente teniendo relaciones sexuales en público como burros”. Cuando vemos el sexo simulado públicamente en el carnaval de Trinidad sabemos que la revolución feminista pronto tendrá su clímax con mujeres convertidas en burro. A pesar de la colosal falla, el impío mundo moderno ha insistido en abrir un campo de batalla de ‘genero’ en busca de ‘igualdad’ mientras libra guerra contra el Islam. El objetivo más reciente es el inocente Hijab que está siendo maliciosamente atacado porque obstruye el camino para que las mujeres musulmanas sean absorbidas por el impío crisol.

El Islam nunca ha buscado poner un signo igual entre los sexos. ‘Mujer’ no puede ser estudiado ni entendido en un contexto independiente de ‘hombre’. Los dos son inseparables. El Profeta declaró que las mujeres eran “…las  mitades gemelas de los hombres”. EL Qur’an confirmó esta interdependencia cuando declaró “Ellas son vuestras vestimentas, y vosotros sois sus vestimentas”. Y en un pasaje con sublime belleza literaria el Qur’an (al-Lail, 92:1-4) dirigió primero la atención a la ‘noche’ y a aquello que rodea y esconde con semejante misterio y esplendor, y entonces se dirigió al ‘día’ con su luz brillante que expone todo y deja nada escondido, y entonces procede a explicar que ‘hombre’ y ‘mujer’ son funcionalmente análogos al ‘día’ y la ‘noche’. De la misma forma que ‘día’ y ‘noche’ son funcionalmente diferentes sin embargo interdependientes, así también son ‘hombre’ y ‘mujer’.

Cuando esta filosofía de género fue aplicada a la sociedad musulmana, la ‘noche’ nunca intento volverse ‘día’. Más bien ‘noche’ y ‘día’ anhelaron mutuamente uno del otro. Y así nunca fuimos sometidos al abominable fenómeno (que la civilización europea está exportando ahora al resto del mundo) del ‘día’ uniéndose con el ‘día’ y vise-versa. Las mujeres en esa sociedad no solo cumplían todos sus sagrados deberes funcionales como esposas y madres, y así contribuían de una manera significativa a la preservación de la salud, fuerza y estabilidad de la familia, pero además, preservaban ambos la feminidad y la fertilidad. ¡Y así la mujer musulmana permaneció verdadera y encantadoramente una mujer! Una era que produjo el sacerdote célibe ha insistido que uno tenía que alejarse de la mujer para acercarse a Dios. El Profeta Muhammad (paz y bendiciones de Allah el Más Alto sean sobre el) respondió declarando “Tres cosas se han vuelto queridas para mi en este, vuestro mundo – perfume, mujer y oración”. Y así el Islam rechazó ambos, el celibato y el ‘objeto’ mientras reconoció a la mujer, como a la oración, como un medio a través del cual un hombre puede viajar al paraíso.

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